Uno de mis restaurantes favoritos es sin dudar el Edo, lugar donde se difunde la comida nikkei en su máximo resplandor: Sashimis, sushis, makis, tiraditos, yasaitames, batayakis, son el deleite de los comensales cada día que visitan el restaurante.
(un babero, por favor).
Y es que no solo el Edo es uno de mis restaurantes favoritos por su comida, tuve el gusto de trabajar allí y tuve el gusto de conocer a gente maravillosa, trabajadora, loca, buena onda, cálida, acogedora. Era un locón trabajar en ese lugar: El local reventaba de comensales casi siempre, comandas por aquí, comandas por allá, llamadas por aquí, llamadas por allá, cuentas por aquí, cuantas por allá, platos por aquí, platos por allá, bebidas por aquí, bebidas por allá, salsas por aquí, salsas por allá, vuelto por aquí, vuelto por allá, una al final acababa multifacética haciendo todo lo que estaba al alcance de uno, yo siempre acababa con los ojos rojos mirando a la nada (jajaja) pero nada, toda la presión del trabajo se contrarrestaba con el trabajo en equipo (bueno, a veces jajaja) y las tonterías que hacíamos/decíamos en equipo (eso sí siempre jajaja). Ahora puedo mirar atrás y me puedo reír de todo lo que hacíamos/decíamos, todo forma parte ya de mi The Wonder Years: El coro de Viena, la modelo colombiana, cantar el doctorado con Pipaz, comer otoshis, gritarle a Gian por una limonada, escuchar a Clau llamar a Chubi, pegarle a Wen y a Jaz, escuchar los gritos de Mariella, escuchar renegar a Tiiiito, estresar al flacuchento, doblar oshiboris, escuchar cantar a Sachi, verle la panza a la panzona, la cresta de Evervest,jugar voley en el estacionamiento y ganar el campeonato mundial Edo (jajaja), decir “Hoooola Valeeeeeeria”, ir con Oriana al tragamonedas,hacer chanchita con Ade & Ronald para el lonchesito, dormir en la mesa, descifrar con la luz los colores de los caramelos, oler a gari, llorar con el wasabi, hacer renegar a Coco, fastidiar a Chito, lavar las paredes, ir a Antioquia, comer otoshis podría repetirse nuevamente jejeje, etc. etc. etc.
Lo curioso es que desde hace tiempo ya no trabajo allí, es más, la mayoría dejamos de trabajar en ese lugar pero las amistades que hice perduran hasta el día de hoy. Eso me encanta.
hay q seguir las senhales, para estar siempre donde uno quiere y donde los q estan ahi quieren q estes con ellos, tal vez no sea eterno,basta un momento, para crear recuerdos que perduraran por siempre....
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