Había una vez en un pueblito no muy lejano, se encontraba caminado por el bosque el osito Jhan, se regresaba a su casa después de una jornada larga haciendo jugos y vendiendo pescado; Cantaba en todo el trayecto siempre muy desafinado él, saludaba a todas las personas que se le cruzaba, tenía la virtud de sentirse en contacto con la naturaleza siempre, escuchaba a los pajarillos cantar, veía el camino florecer, tomaba agua del manantial que lo cruzaba el río, agua cristalina. El osito Jhan vivía enamorado de su vecina, la vecina que siempre le tocaba la puerta por una tacita de azúcar, linda la osita, vivía con sus ositos padres y su osito polar primo de segundo grado. El vecindario del osito Jhan era muy unido; Tigres, elefantes, jirafas y osos cada viernes hacían un torneo de Wii, solo había un requisito indispensable para ingresar al torneo, venir cada uno con su mando de lo contrario el elefante casi verde podía prohibirle la entrada. Así pasó el tiempo, algunos pobladores del bosque comenzaron a migrar, la mayoría conseguía trabajo en la rupa rupa ( o selva alta); Sin embargo ,la suerte del osito Jhan fue diferente, le propusieron un contrato especial en donde conocería nuevos cielos, las únicas actividades programadas para ese trabajo era actuar, hacer piruetas, inflar globos y aguantar la presión del público internacional que lo iban a visitar, el osito Jhan firmó contrato, el gerente general le tendió la mano y le dijo “Bienvenido al Circo, será una experiencia única in your life, oh yeah!”.
Y así fue, el osito Jhan se vistió de azul, lo capacitaron para hacer piruetas en el aire, aprendió a ser ventrílocuo, conoció nuevas especies del reino e hizo nuevas amistades.
Pasaba el tiempo y todo se tornó rutinario, ya se había perdido el encanto y la emoción por parte de los visitantes ya que comenzaron a abrir nuevo circos en la zona. En el circo, tuvieron la estupendísima idea de hacer cambios, el jefe internacional, un leopardo pálido y escuálido, se paseaba por el interior del circo dando latigazos contra el piso pretendiendo manifestar su autoridad, lo irónico es que sonreía al hacerlo : “¡Aliniense todos he dicho! ahora les vamos a medir el tiempo de las piruetas, vamos a ser muy controladores con la taquilla del circo, les vamos a pagar menos y vamos a ser el mejor circo del universo, los que no cumplan con ello los meteremos al calabozo tres semanas a ver si aprenden, los que me den la razón y me haga cariñito en el lomo podrán pasar a un nuevo puesto, pero todo depende de cómo me caigan”, lo decía atropellando a las hormigas y metiéndole cabe a las tortugas. El osito Jhan no sabía lo que ocurría, no sabía si eso era normal o no, mientras eso pasaba en el bosque ocurrían tormentas, aluviones, erupciones y todas los visitantes del circo querían que reprogramen su visita de muy malhumor. Al osito Jhan ya no le bastaba conversar con su amigo otorongo, ni su amigo grillo musical acerca de su desconformidad; En el almuerzo, reunidos casi todos, un tigre viejo le decía al pobre osito Jhan que se conformara con lo que tenía, que esto es normal en la sociedad, la liebre metiche y creída se reía del osito Jhan y viéndolo mal nunca lo quiso ayudar. El osito Jhan, ya no sabía qué hacer, no sabía qué camino tomar para volver a sentirse normal, lo que quería en un principio era regresar a su lugar, cada noche antes de dormir pensaba en su salida hasta que en una noche sin luna, el osito Jhan, decidió abrir la puerta e irse de ese lugar; Los planetas se alinearon esa noche y lo condujeron hacia su hogar, en osito Jhan brincaba de felicidad ya que percibía su libertad.
Llegó a su casa a dormir, a la mañana siguiente sintió que todo fue un sueño, enmarcó una foto de sus grandes amigos que hizo, allí salía el otorongo, el grillo musical, la loca elefante, la tímida nutria, la colgó sobre su pared sonriendo. A los pocos segundos tocaron la puerta, se iba a realizar un torneo de Wii más tarde a las 10, mientras que le pedían nuevamente una tacita de azúcar.
**Versión musical de la historia del osito Jhan, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia.