En la chamba nos han ofrecido gimnasio gratis. Acepté pensando que era una buena idea para rehabilitar mi rodilla que me duele de vez en cuando en estas últimas semanas. Hoy fue nuestro primer día, en verdad no fui con muchas expectativas porque el gym y yo no somos buenos amiguitos, no puedo cargar ni una pesa de 1oo gramos y me aburren las rutinas, pero esta vez iba a intentar con la bicicleta estática, que me la recomendaron para fortalecer la rodilla derecha. Comenzamos la clase, se apagaron las luces, música maestro y el salón parecía discoteca, la personal trainer gritaba y gritaba para que cada uno ponga su máximo esfuerzo, yo a los 4 minutos ya no podía seguir, me faltaba el aire, mis piernas ya no le hacían caso a mi cerebro, lo gracioso era que si dejaba de pedalear sentía que mi cuerpo se inclinaba hacia el lado izquierdo (imaginaba que en un abrir y cerrar de ojos podía aparecer encima de la bicicleta del costado, desparramada por mi desequilibrio), así que pedaleaba lento, lentísimo, volvía mi alma al cuerpo y volvía a tomar un poco de velocidad,hasta que sentía que mi alma otra vez se iba Dios sabe a dónde y pedaleaba otra vez lento, lentísimo, esa era mi rutina...hasta que la entrenadora, se nos puso al frente de nuestras bicicletas y nos decía que siguiéramos pedaleando ¡Más rápido! ¡Más rápido! nos decía la inhumana, no había forma de que pedaleara más rápido,ni que subiera al nivel 3 de resistencia... me quité en el minuto 27 con la frase que no me la podía quitar de la cabeza:¡Qué pedalee tu vieja!(jajaja)
Demasiado por hoy.
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