Aleph me rayó un poco el cerebro pero me lo rayó meses
después cuando empecé a tener pesadillas de la nada, pesadillas seguidas que ya
ni quería dormir, dentro de mí comencé a pensar que si estos sueños eran parte
de mi Aleph, de una vida pasada marcada o de un presagio eminente, pucha, fue
horrible, estuve a punto de escribirle a Coelho por el Twitter (jajaja), pero
bueno, fue un buen libro, me quedo con: “Nuestra
vida es un viaje constante, del nacimiento a la muerte. Cambia el paisaje,
cambian las personas, las necesidades se transforman, pero el tren sigue
adelante. La vida es el tren, no la estación”, sigamos escribiendo sobre Raro.
Me lo regaló el lunes, lo empecé a leer desde el martes.
El libro, para que, es sencillo de leer, Cisneros utiliza un lenguaje súper
coloquial, utiliza un montón de adjetivos para describir cosas, personas,
situaciones y te hace imaginar el contexto tal vez tal cual él lo había
imaginado también; También de cierta manera te hace sentir parte del contexto
social donde gira esta historia, tal vez podría ser el que narra un amigo, un primo, un vecino, un compañero de trabajo,
muy allegado a ti; Lo que hace que el libro te enganche es que toca muchos
temas de interés que uno tal vez haya podido experimentar: Estudiar una carrera errada,
tener un empleo que no te apasiona, lidiar con una ruptura sentimental,
gilear, no encajar en la sociedad, contar con un amigo, desprenderse de la familia, aparentar, madurar, hacer lo
que uno verdaderamente quiere en la vida, perder a un ser querido de pronto,sentirse solo, cultivar pasatiempos favoritos y
enriquecedores, vivir.
Siendo recontra crítica lo que no me gustaron fueron las comas y los puntos asesinos en los párrafos; Sin embargo, me encantaron por sobre todas las cosas todos los monólogos de todos los protagonistas.
“Más importante que saber lo que te espera,
es tener
claro lo que estás dejando atrás”